Formemos una banda…
Formar parte de una banda de rock es un placer que simula el primer bocado del alimento favorito, es el agua fresca en plena primavera, es todo aquello que no posees hasta que lo sostienes entre tus manos, es un todo y te puede llevar a lugares impensables y desconocidos de tu propio ser.
No importa si eres baterista, guitarrista, bajista, vocalista, tecladista, etcétera, el placer es a mismas dimensiones con orgasmos distintos.
Pero ¿cómo hacer sobrevivir una banda?
Quizá para muchos ha empezado en su momento como un hobby, como un escape de la realidad, pero para ser sinceros, tener una banda va más allá de sólo juntarse para tocar y ponerse hasta las manitas.
Durante mi trayectoria musical he aprendido que tener una banda de rock o de cualquier otro genero, implica una palabra que puede sonar a todo aquello que no representa el rock pero que sin ello no hay existencia de una agrupación: responsabilidad.
Todo empieza desde los ensayos. Planear los días que se va a reunir el grupo implica estar conscientes del tiempo que esto requiere, apartar el día es de suma importancia, pero no tanto como el lugar en que se va a estar durante dos o tres horas.
Hace tiempo tuve una experiencia que desmoronó en segundos mi sentir como rockstar. Me encontraba en un ensayo con una de mis bandas, en ella yo ejecutaba la segunda guitarra y ensayábamos en una casa al sur de la ciudad. Durante la mitad de la ejecución de una de las canciones que interpretábamos ingresó a la habitación la madre de uno de los integrantes, con una jarra de jugo de naranja y galletas recién horneadas, así tal cual Marge Simpson pero sin dar vuelta atrás, se acercó y dejó el paquete en cuestión. No niego que estuvieron deliciosas las galletas, pero el jugo de naranja no rockeaba con la caguama que tenía a lado y ese sentir de destrucción que caracteriza a cualquier músico post-adolescente.
Después de los ensayos viene el compromiso completo, se debe de ensayar por separado, preparar la interpretación en vivo, seguir estudiando las bondades del instrumento, pero de esto les hablaré en una próxima ocasión.
Finalmente puedo agregar que tener una banda sin duda ha sido una de las mayores experiencias en mi carrera profesional, pero también ha sido uno de los mayores retos a enfrentar y lo único que por ahora les puedo recomendar es: Si quieren tener una banda, deben de comprometerse al 100%, de otra forma, al demonio y sigan buscando lo que les mueva y lo que les genere ese compromiso completo.
Nos leemos en la próxima.
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