La cadena de depredadores la encabezan los productores y los estudios de grabación
Por Dení Leds
La vida del músico independiente está llena de contradicciones. Por un lado, existe la admiración de quienes acuden a apoyar el arte musical con su presencia en los tokines. Y por el otro, los malos tratos de quienes se dedican a utilizar a las bandas emergentes para sus eventos o beneficio personal son el pan de cada día.
En México no existe ningún tipo de garantía o seguridad social para las bandas emergentes que se dedican a componer música original. No existen contratos o una figura de protección para que el músico independiente se pueda dedicar de lleno a su creación artística, es decir, que pueda vivir de su música a plenitud.
Desafortunadamente, en México quien quiere vivir de su arte tiene que invertirle mucho dinero. Así es, dinero que generalmente no se tiene. Por muy romántico que suene, la realidad es que, a pesar de la sinceridad del arte, en nuestro país no ha trascendido para que sea reconocido como un modo de vida digno.
Además, el que esté pensando en que tendrá la vida resulta viviendo de su sueño musical si un productor o una disquera los descubre y los lleva al estrellato, está viviendo un cuento de hadas. Quizás en los 90 todavía era una posibilidad, pero ya no más.
Como bien dijo el Mastuerzo en una entrevista, “si quieres vivir de tu música, métele varo”. No hay de otra. Es por eso que las bandas emergentes que llevan la delantera a las miles que nos disputamos los privilegiados lugares para tocar en los festivales más reconocidos, son “hijos de papi”.
Y no me malinterpreten. No estoy en contra, en lo absoluto, de que si tienes los medios para invertir en tu proyecto lo hagas. Más bien intento poner en perspectiva la situación real de la vida de los músicos independientes que en su mayoría tienen un origen humilde que les impide desarrollar al 100% su pasión artística, por muy buena que sea, en un mundo capitalista en el que justamente la música es un negocio muy costoso.
Si perteneces a la segunda categoría te espera un largo camino por recorrer en la búsqueda de la trascendencia musical. Y recuerda: el reconocimiento artístico no siempre va de la mano de la ganancia económica.
Quienes aprovechan el deseo legítimo del músico por grabar, tocar, salir en entrevistas u obtener reproducciones de su música son, en suma, unos excelentes empresarios capitalistas en toda la extensión de la palabra.
Con el viejo argumento de que se busca “difundir” la música emergente sin ningún tipo de “lucro”, lo que hacen estos vivillos abusadores es todo lo contrario: explotar a las bandas independientes para su propio beneficio. Muchas veces ni siquiera creen en el arte o en la música.
Vayamos por partes.
Los productores o estudios de grabación:
Si bien la explotación de las bandas emergentes puede presentarse en diferente orden, casi siempre el primer abusador suele ser el productor de un estudio de grabación, que en un mundo perfecto ayudaría a este grupo de músicos independientes a descubrir su sonido o pulirlo. Sin embargo, pocas veces los grupos tienen la fortuna de encontrar un estudio de precio accesible donde se pueda lograr ese cometido.
Principalmente, lo que los músicos independientes esperan encontrar en un productor es que les ayude a hacer “brillar” su música, les aderece sus canciones con arreglos e ideas que las hagan mejores. Ese es el trabajo de un productor musical: asesorar a las bandas para perfeccionar su música y plasmarlo en la grabación. No obstante, muchos ingenieros de audio que se las dan de productores se limitan a conectar a las bandas, grabarlas, mezclarlas y, en algunos casos, masterizarlas. That’s it.
Aquí es donde empieza el abuso.
Habrá muchas bandas inexpertas que caigan en la trampa y se ilusionen pensando que, al invertir todos los ahorros de su cochinito, este productor los hará famosos. Otros más pensarán que quizás si le caen bien al productor los “conecte” con X o Y músico que los presentará con su manager. Algunos pensarán que están haciendo currículum… Pero la realidad es que, si la grabación no está bien hecha o bien producida, por muy buena que sea la banda y por mucha reputación que pueda tener el productor, es poco probable que se obtenga algún beneficio de esta experiencia.
Sin lugar a dudas, para un músico independiente tener material grabado que pueda distribuir en las plataformas digitales es un gran paso. Pero hay que poner los pies sobre la tierra: Ninguna banda en México, al menos en la actualidad, ha sido descubierta por medio de su productor.
Al contrario, los productores generalmente también tienen su banda y se guardan celosamente los contactos que han logrado a lo largo de su carrera. Triste y paradójicamente no hay camaradería entre la mayoría de los músicos.
Es más, en muchas ocasiones los “productores” ni siquiera se dan cuenta -o deciden ignorarlo- que la banda está tocando desafinada o fuera de tiempo. Independientemente de la profesionalidad de cada grupo emergente, es obligación de los productores notar este tipo de errores, para eso se les está pagando. Pero efectivamente hay grupos que distribuyen su música con los “horrores” descritos.
Ahora, también es muy común que un estudio quiera hacerse promoción ofertando grabaciones gratuitas para compilados de música emergente -con nula calidad-, o en donde te quieren “ensartar” con un contrato para vender equis cantidad de discos cuyo monto habrá que entregar al estudio. Incluso manejan pagarés para que la banda se vea obligada a finiquitar este compromiso, sin obtener ningún beneficio de verdadera promoción para su música o desde un punto de vista artístico, salvo una deuda por un par de años. A veces ni siquiera se preocupan por entregar el máster a las bandas.
Mi experiencia con L.E.D.S. (Light Experience & Dynamic Sound) en esa cuestión ha sido muy decepcionante. He experimentado desde grabar en compilados, demos y maquetas de “precio accesible” -término a veces utilizado para dar a entender que se pretende “apoyar” a las bandas que apenas empiezan-, hasta grabar un EP profesional en dos estudios diferentes esperando obtener algún beneficio o currículum.
La grabación fue buena, pero no gracias a los productores, sino a que la música tiene potencial por sí misma. Pero es como un diamante en bruto y es lo que resulta frustrante para los músicos independientes, porque los productores no se esmeran lo suficiente en hacer brillar a una banda que bien podría llegar muy lejos gracias a su producción. Tampoco se enorgullecen en decir “yo grabé a esta banda” y promocionarla con sus seguidores. No. Los “productores” son los primeros en desangrar a los músicos independientes en una larga lista de depredadores que intentan arrancar un bocado a esta carne fresca que lo único que intenta es dar a conocer su arte.
En la siguiente entrega hablaré de los promotores, medios de comunicación y de los distribuidores digitales.