En muchas cuestiones, la historia nos ha acostumbrado a limitar diversos aspectos de nuestras vidas. Las artes no son la excepción: la academia se ha dedicado a estudiarla, estructurarla para su entendimiento, y a fijar reglas precisas de su comportamiento y operacionalidad.
Para Sabina Covarrubias, es preciso comenzar a eliminar barreras artificiales que impidan a cualquier persona vivir la música de toda manera posible. Ella ha desarrollado una admiración sagaz por los músicos tradicionales: aquellos encargados de reproducir día a día su cultura en términos sonoros.
Estos músicos -en toda la extensión de la palabra- son aquello que la academia, y la jerga popular, calificarían como “empíricos”: han desarrollado su habilidad a partir de la continua experimentación vivencial de la misma. Su ejecución es admirable; su nivel, envidiable; su dedicación, plausible. Son precisamente estos detalles los que inspiraran en Sabina una alentadora intención: colaborar con ellos.
Bajo la empresa anterior, la joven compositora fue capaz de reconocer la posibilidad de que ambos universos musicales (el académico y el tradicional) convivieran en un espacio en común; no obstante, la primera limitante se hizo presente en la inmediatez: no existe un sistema de comunicación eficaz, que en lenguaje para la sonoridad, habilite la comprensión entre ellos.
“La partitura es un recurso mediante el cual se transcribe la música, pero éste es limitado, pues no permite representar aspectos como técnicas precisas, o timbres muy específicos”, asegura Sabina. Coincido: el sistema de notación musical trata de simbolizar lo más abstracto. Por más detalles que el compositor trate de cubrir en la partitura, la interpretación de un músico siempre será una variable muy difícil de controlar.
Lo anterior vislumbró en Sabina una idea: ¿por qué no realizar distintas prácticas que permitan eliminar estas limitantes para así poder interactuar de una manera más eficaz? Fue así como la Partitura multimedia (multimedia score) vio su nacimiento: un software donde es posible añadir video, audio, una aplicación, o cualquier otro recurso que ayude a clarificar aspectos que escapan a la escritura tradicional. Un medio para hacer COEXISTIR estos Universos Musicales.
¿Cómo funciona? No hay un estándar. La idea es usar los elementos más convenientes, según cada caso. En uno de ellos, por ejemplo, Sabina cuenta haber usado un patrón rítmico en unos audífonos para lograr grabar a un músico africano tocando el tama/tambor parlante. Sé lo que piensas: un metrónomo; y aunque el principio es el mismo, no es el metrónomo tradicional que usamos de manera convencional, sino un patrón rítmico que sea reconocible para el músico, y por lo tanto sea una herramienta que respete su musicalidad.
La idea es inspiradora: hacer que el universo musical del músico tradicional tenga un espacio dentro de la concepción moderna de la música. No es cambiarla, no es invadirla, no es rescatarla: es incluirla en la dinámica sonora de nuestros tiempos.
Si quieres escuchar el trabajo que Sabina Covarrubias ha elaborado a partir de sus investigaciones, escucha POLYMUSIQUE, su producción más reciente que está disponible en Spotify.
Al final de la entrevista que tuve con Sabina, comentamos sobre cómo este método podría ser de utilidad para el músico contemporáneo que ha desarrollado su habilidad de manera empírica. Así mismo, la compositora comentó algunos consejos para la comunidad del reino, los cuales compartiré con ustedes en un texto siguiente.
Al final, no olvides que Sabina persigue una meta muy clara: eliminar límites del universo musical.
Redes de Sabina Covarrubias
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