Ser rockstar es fácil: tomas tu instrumento, compones, grabas, te presentas en vivo y listo, el mundo está a tus pies…
Bueno tampoco es tan sencillo, y como lo hemos platicado en ocasiones anteriores, esto requiere de diversos pasos y responsabilidades que vas realizando y adquiriendo con el paso del tiempo.
Pero sin duda algo que nunca debemos de olvidar cargar en nuestra maleta es la humildad.
Si señores, humildad, esto que muchos colegas han olvidado portar con orgullo.
Durante mi corta pero muy enriquecedora carrera en el mundo musical, me he encontrado con muchos tipos de músicos, unos más agradables que otros sin duda, pero los que si me llevan al límite de la incredulidad son aquellos que se creen estrellas de rock sin ser consolidados y aún cuando solo tocan covers y no digo que eso esté mal, la mitad de poperos y pseudo músicos así han logrado su popularidad, pero seamos sinceros, ninguno de los que repiten la chispa adecuada semana con semana son hijos de productores o llenan auditorios nacionales con sus interpretaciones (ejem, Luis Miguel cof! cof!)
Ser músico es una de las más hermosas profesiones, pero señores, bájenle dos decibeles a sus egos y eviten mamonear fuera del escenario esas actitudes lo único que logran es que entre bandas nos pongamos el pie y evitan que se pueda armar una comunidad consolidada de bandas independientes. Arriba y frente a los fans pueden ser como se les de la gana, total cada quien maneja su personaje a su gusto pero neta antes de guardar su Fender de veinte mil millones de pesos, carguen la humildad y desconecten esos egos que no ayudan en lo absoluto al movimiento de música independiente del país.
Nos leemos en la siguiente.